¿Por qué la gente viaja en moto?
"... y por fin la luz del amanecer entró por la ventana. Rapidamente salté sobre mis botas y terminé de arreglarme mientras transferÃa a mi interior un cálido café de desayuno. Siempre he tratado de desayunar bien antes de alir de casa... pero este dÃa la ruta me estaba esperando... y no querÃa hacerla esperar más.
Cargué en mi espalda las dos alforjas que entre promesas de volver llamar a casa de vez en cuando, múltimples "ten cuidado" y furtivas miradas al mapa pude rellenar la noche anterior. Y cerré la puerta tras de mÃ. Afuera esperaba paciente la máquina... dispuesta a cuidar de mà durante el mismo tiempo que cuidara yo de ella".
PodrÃan tildarse de centenares de miles los relatos que escritos en cualquier lengua del mundo, comenzando asà o no, tratan de inmortalizar, plasmando en letra y papel, las sensaciones vividas durante un viaje en moto. En realidad son más de centenares de miles los usuarios que en todo el mundo sueñan con conseguir el momomento de saltar sobre sus máquinas de hierro, dejar todo atrás y perderse siguiendo el asfalto.
La motocicleta, independientemente de su tamaño y/o potencia es uno de los vehÃculos más peligrosos que recorren la faz de la tierra. Es más que un hecho estadÃstico que la poca seguridad pasiva que ofrece cualquier vehÃculo de dos ruedas no puede compararse con la que ofrecen cualquier otro tipo de vehÃculos con cuya convivencia además la moto es la gran perjudicada.
La comodidad en el viaje en moto es una caracterÃstica que también queda muy comprometida. Los usuarios de estos vehÃculos están muy expuestos a la climatologÃa. Los equipos especializados para circular en moto disponibles en los últimos tiempos suavizan estos los efectos pero no los consiguen evitar del todo. Cuando hace frio en moto termina pasándose mucho frio. Cuando hace calor en moto se pasa mucho calor. Además, en función del tipo de motocicleta más de 300 kilómetros por dÃa puede ser la máxima distancia recorrida en un dia
¿Que es lo que mueve entonces a la gente a trasladarse en un vehÃculo en principio tan peligroso e incómodo como es la moto?. Es más... ¿qué es lo que hace que, en términos generales, la gente que viaja en moto por primera vez repita, repita y quiera seguir repitiendo?
A lo largo de este artÃculo vamos a intentar dar respuesta a algunas de las preguntas planteadas, aunque quizás quede sin hayarse la principal respuesta. ¿Por qué lo haces tú?, o mejor aún ¿por qué no lo pruebas?.
Todos conocemos a algún propietario de motocicleta. Su uso se ha multiplicado en los últimos años y es muy dificil no conocer a alguien que no conduzca de forma orgullosa su moto. Tanto si sólo realiza rutas en moto de vez en cuando, como si lo hace a diario para moverse por la ciudad, todos sabemos que si pudiera, le encantarÃa plantearse un "gran viaje en moto".
En muchos casos es el apego con su familia el motivo por el cual el deseo inicial se ve frenado, otros es la falta de tiempo... pero no estamos aquà para hablar de los motivos por los que no se sale.
En cualquier caso, el propietario de una motocicleta establece con su máquina una estrecha relación que posiblemente está en la propia naturaleza de la máquina y cómo se maneja.
Viajar en moto: CONDUCCIÓN CONTRA PILOTAJELa simplificación de los elementos necesarios para su manejo no ha evitado que en la conducción de una moto deban utilizarse todos los reflejos, habilidades y control del que el conductor sea capaz. Esto en realidad podrÃa resumirse en la acuñada frase que indica que una moto no se conduce sino que en realidad se pilota.
Las motos son vehÃculos a los que la tecnologÃa no ha conseguido liberar del todo de una especial atención que no es necesario prestar en el caso de otros medios de transporte. Conducir, pilotar si se prefiere, una moto requiere de una habilidad especial que de nada servirÃa si la moto no está en perfecto estado. Ese "perfecto estado" requiere además de unos trabajos de mantenimiento mucho más frecuentes que los automoviles, preparados hoy ya para realizar decenas y decenas de miles de kilómetros sin tener que prestarles la más mÃnima atención. A modo de ejemplo, el aceite de motor de cualquier moto media debe cambiarse hoy aproximadamente cada 5.000 - 6.000 kilómetros, y un juego de neumáticos no dura en casi ningún caso más de 10.000, tenÃendose que cambiar en menos de 5.000 en muchos tipos de moto.
Además, la especial fragilidad de las motos, hace necesario estar mucho más pendientes de cualquier ruido o anomalÃa en previsión de futuras averÃas.
La personalización hace tambien que sea muy habitual realizar trabajos periódicos en las motos de cara a cambiar la imagen de la máquina, colocar nuevos accesorios, en definitiva, adaptar la máquina al gusto y uso de su propietario. Existe un verdadero universo de industrias que desarrollan accesorios especÃficos para cada modelo de motocicleta, tanto a nivel de personalización estética, funcional o más delicado aún con la intención de mejorar las prestaciones ofrecidas inicialmente por el fabricante.
Tenemos ya alguno de los motivos que pueden hacer que la moto sea más o menos adictiva, más o menos seguida y guste más o menos.
Ahora bien... ¿que aporta viajar en moto?
Viajar en moto: VELOCIDAD CONTRA VERTIGO. TIEMPO CONTRA VIAJE. SILENCIO CONTRA ESTRUENDO.Sin duda nuestra primer pensamiento debe dirigirse a lo que siente el conductor de una motocicleta cuando conduce, pilota mejor, su máquina. La satisfacción de poder con la máquina, de dominar, en muchos casos potencias descomunales muy lejos de vehÃculos de cuatro ruedas de acceso fácil para los mortales de hoy, con pesos muy ligeros. Sentir aceleraciones sin lÃmite y una enorme libertad al sentir el viento rodear su cuerpo y chocar violentamente contra su pecho y rostro. Frenar en segundos y volver a acelerar.
En realidad, analizado friamente, no difiere demasiado de las sensaciones que podrÃan sentirse en una atracción de feria... El viaje en moto promete mantener esas sensaciones durante horas... dÃas e incluso semanas.
El ir sin apenas protección, expuesto a todo, coloca a los ocupantes de una motocicleta en una situación privilegiada para "sentir" el paisaje que la ruta les ofrece de forma gratuita. En el viaje en moto, el paisaje no se observa a través de ventanas más o menos amplias desde una cálida o fresca cabina. Tanto piloto como pasajero se "sienten" paisaje, respirándolo y viviéndolo.
Piloto y pasajero se sienten además "máquina". En algunos casos viviendo la fuerza, en otros sufriendo, y en cierto modo disfrutando, la ascensión de un puerto, el viento en la planicie ...
Esa es quizás la satisfacción que kilómetro a kilómetro va sumando experiencia de forma exponencial enriqueciendo el viaje y por tanto la persona.
Aunque el uso de sistemas de comunicación piloto-pasajero, (puede parecer una obviedad pero conviene recordar que al circular en cualquier moto a velocidades superiores a 75 km/h el ruido del viento y el motor en muchos casos impide la comunicación a bordo) tan populares en los últimos años, lo traten de mitigar, en el verdadero viaje en moto convive el silencio con el mayor de los estruendos posibles. El choque del viento con el rostro, la delgada visera de protección del casco a lo sumo, unido a las regulares detonaciones de los escapes hacen que apenas haya sitio para la comunicación entre los habitantes de la moto. Esto hace que con el paso del tiempo la comunicación interior se vaya amplificando... y todo sepa mucho mejor...
Además la escasa autonomÃa de combustible asà como el casancio extremo que produce el desplazarse en moto hace que deba pararse el viaje cada poco tiempo. Esas paradas, no son en realidad más que otra forma de seguir viajando. En cada escala, en cada gasolinera, en cada fugaz restaurante de carretera existe un mundo que va cambiando junto al paisaje y que sólo se brinda al que viaja lento... saboreando cada kilómetro, sin prisa por llegar.
Al final del dÃa, cuando la jornada cae y el motor para, todas esas experiencias se saborean de nuevo. Cada minuto sobre la máquina. Cada conversación fugaz en el camino. Cada reflexión. Cada curva. Cada sensación...
Y si nos dormimos con la promesa de que al dÃa siguiente será como mÃnimo igual...
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