Sexta. Todo parece distinto cuando voy en sexta sobre el Capitán. El viento golpea mi casco de una manera un tanto especial hoy.

La pantalla del Capitán filtra la mayor parte del huracán que se empeña en frenar nuestro avance. Aún así noto un estruendo a mi alrededor. Un estruendo que apenas me atrevo a llamar libertad debido a la tensión que me hace mirar y remirar a mi alrededor.

- Supongo que será la falta de costumbre- Me digo mientras la nave sigue negociándo la salida de Madrid. - Aún me queda un cuarto de depósito. Con eso tengo que coronar Somosierra llegándo ya a "Carretera Abierta".

Si, hace algo así como 3 años que el Capitán y yo no rodamos en solitario fuera del jardín de la sierra de Madrid. Hace algo así como 3 años en los que nuestro proyecto se convirtió en el proyecto de alguien más.

Es Sábado por la mañana. Día de operación Salida de la Semana Santa del 2015. Una Semana Santa un tanto especial porque es la primera Semana Santa de la recuperación económica. Algunos políticos se hartan a decir que la crisis ya se ha acabado. Algunos otros políticos se hartan a decir que la crisis aún no ha hecho más que llegar.

Y yo hoy estoy harto de políticos.

Noto como las conversaciones de trabajo de la víspera van quedando poco a poco cada kilómetro más atrás. Me sonrío. Sí. Cuanto echo de menos esta sensación...

Acelero a la vez que dejo que mi pierna derecha abandone el estribo y caiga sobre el asfalto. No... no llega al suelo.

Continúo manejándo con pulso firme los caballos del Capitán. Un ojo en el radar. Otro en el velocímetro. Y otro en los coches que adelanto...

La autovía no tiene fín. Y la verdad... en este momento no quiero que lo tenga.

Veo como se va acercando Somosierra mientras el Capitán y yo comenzamos a negociar su ladera mientras noto como el tráfico comienza a disminuir.

Tras el tunel, decido parar. Quiero llenar el depósito (cuanto tiempo tiene la gasolina que estamos quemando ahora?). Quiero parar, estirar las piernas un rato y mirar la moto. Sólo quiero mirarla un rato sabiéndo que nos quedan aún muchos kilómetros para llegar. Que nos queda mucho tiempo por hablar....

SANTANDER - La KDD de RB CANTABRIA

Un instante más tarde estoy entrando en Santander. Gente que no conozco han quedado con Enrique Racing para comer en Suances. Me he disculpado de forma inconsciente y he preferido comer en ruta. Ha sido mucho más íntimo. Y creo que necesitaba esa intimidad.

Apenas reconozco los pueblos que adornan la entrada a Santander. -¿Cuándo fue la última vez? 2007?, 2008?-. No llego a un acuerdo conmigo. El Capi convierte en inminente el momento de mirar el mapa. -¿Donde está Suances?-.. La verdad, me sigue encantando salir de casa sin saber dónde voy pero está claro que voy a tener que parar para mirar el mapa. Por más que trato de mirar el dibujo que llevo encima de la bolsa del depósito no acierto más que a ver, eso, un dibujo. Entre que está medio nublado, las gafas de sol y que veo de cerca menos que Pepe Leches... no veo el mapa y los nombres... ni plantearlo.

Al final, guiado por mi instinto veo un cartel que indica Suances. Sigo las instrucciones con forma de glorieta y salgo de la autovía. Adiós al placer de viajar.... ya estoy llegándo. - ¿y dónde estará esta gente?

Precaución. El Capitán pesa más de lo que recuerdo despues de los kilómetros. Tengo que incorporarme y reincorporarme a distintas carreteras, mientras una y otra glorieta me hacen parar. -Tengo que bajar la suspensión...

De repente un coche blanco en contra toca incesante su claxón. No tengo tiempo de fijarme quien va dentro. - Y a ese ¿qué le pasa?,- pienso que quizás me conocen. Quizás son del grupo... y claro, un tío con la moto más vista y vendida durante la primera década de los 2000 pues me han reconocido.

Decido continuar hasta la siguiente glorieta mientras veo por el espejo que el coche se detiene y se dispone a esperarme. -Quién sabe, a lo mejor es alguien a quien debo pasta...

Tras el cambio de sentido me acerco al coche. Sigo sin saber quien me espera en su interior. Sin parar al Capitán saco la pata de cabra. Las dos puertas delanteras del coche se abren de forma violenta y veo como Luis Gnomo y Enrique Racing comienzan a luchar para salir al exterior.

El corazón me da un vuelco. Pero no puedo sorprenderme. Sé que este fin de semana va a ser especial. Nada puede salir mal, y el que nos hayamos encontrado como dos agujas en un pajar... no es más que una prueba de ello.

Me sonrio dentro del casco. Rio, y casi grito. -Ya estoy aquí!!!- pienso mientra me precipito a abrazar a Luis y Enrique.

- Pero... cuanto tiempo ha pasado?!!!!-. No somos capaces de siquiera acertar a pensarlo. En cualquier caso, parece que fue ayer. Incluso parece que las cicatrices que los tres hemos ido cuidando estos años no han pasado....

Enrique me presenta a Ana. Sólo sé de ella por internet. Ahora es de verdad.

Me cuentan sus planes. Ir allá para volver luego acá, pasando primero por dónde dijo antes. Apenas puedo seguir lo que me cuentan. La verdad me da igual. Quiero seguirles. Quiero estar dónde estén. ¿Que más da que haya que hacer?

Iniciamos la ruta. Enrique lleva el coche y entramos en la ciudad. Santander está tan bello como siempre. "Elegante" pese a la extraña hora de la tarde el Sábado.  Tras un rato de "callejeo" llegamos al concesionario de Suzuki en la ciudad. Miferso. Que curioso, la primera vez que quedamos con Enrique tambien tuvo mucho que ver Miferso...

Por fín me libero del casco. Les abrazo. Comenzamos a reir. Parece que no ha pasado el tiempo. Parece que todo quedó congelado en un ayer... que no consigo saber cuando fue.

Suzuki España ha echo todo lo posible por dejar dos unidades VStrom1000 para el encuentro. Bueno, en realidad es un titular un tanto amañado... pero podía interpretarse así en el mejor de los mundos. Son dos unidades muestra del regreso de la marca Suzuki al género de las maxitrails... Está claro que es un día de regresos...

Enrique decide navegar con una VStrom1000 equipada con maletas. Luis prefiere la más ligera.

Tras el papeleo salimos de nuevo. Ana se encarga del coche. Enrique abre camino, mientras el Capitán se empeña en no perderle...

La silueta de Luis permanece en los espejos. Unas veces más pequeño. Otras veces aún más. Me siento muy a gusto navengado con los dos...

Llegamos a la casa de Enrique. Llegamos para marchar en seguida. Sin coche ya, Enrique con Ana y Luis detrás viajamos a la primera glorieta. A la glorieta del encuentro dónde otra parte del grupo espera.

No conozco a nadie, pero enseguida las autopresentaciones hace que retomemos el tema. Un tema que ninguno habíamos abandonado. Un tema que yo no recordaba pero que estaba dentro de mí. Un tema que espero mi hija Vega haya heredado. Espero que esté en su ADN y un día sea capaz de traspasarlo. El viaje.

Y como viajeros que somos comenzamos a hablar. Tonterías a veces. Risas siempre. El amor de la soledad que sólo en la mirada del viajero se encuentra.

Y a pesar de los intentos de Enrique por llevarnos a los mejores sitios daba igual dónde estuvierámos. Las fotos hacen ver que estábamos primero es una superplaya. Luego en un Bar con gran tradición motera llamado Punto y Aparte y que está regentado por otro incansable viajero, Chus. Pero qué mas daba! Sólo queríamos hablar... mezclar nuestro sentir... contar nuestra ruta...

Y de repente, tras una reponedora ducha estábamos todos en el Hogar de Enrique y Ana, hablando, mezclando nuestras batallitas, las decisiones intrascendentes de un hobby que ha configurado la vida de todos nosotros.

Y así, entraron en la vida de Altair Co.  Ana, Alejandra, Conchi, Jesús .... mientras disfrutábamos de la delicada cena que Ana nos habia preparado mientras las horas caían... y la película "Audio Only" que echaban por la tele no terminaba...

Y el tiempo pasó, y las risas continuaron, y de repente nos vimos en la cama. La noche era muy corta y la mañana llegaba enseguida.

Al día siguiente la magía no se perdió. Las risas continuaron sobre un escenario en el que no dejaban de aparecer nuevos personajes. Nuevas almas. Todas viajeras.

Y tras un par de cientos de kilómetros, de los cuales, y a pesar de que yo no salga sobre la moto en ninguna, las fotos de Conchi dan muy buena cuenta llegó la comida. La mañana pasó igual de rápido que el resto del fin de semana. Rápido. ¿Será por eso que dicen que los de las motos viven deprisa?

Seguro que alguna vez has vivido el circular dentro de un grupo de motos. Si no es así, permíteme que te diga que es una experiencia que aunque no te gusten las motos, aunque no te guste la carretera, disfrutarás.

Sentir que viajas arropado por gente que como tú ama la incertidumbre de cada curva, es toda una experiencia que al menos hay que revivir de vez en cuando.

Y yo hacía mucho que no lo sentía, por lo que he de reconocer que en cierto modo, hubo momentos en los que me emocioné. Me emocioné por lo que estaba viviendo. Por momentos similares que inevitablemente se agolpaban en mi cerebro en cada curva. Momentos de otra época que volvía a respirar...

Y llegó la comida. Y seguimos riendo... y pronto, de repente, sin avisar, la despedida.

Debía partir para Madrid, el Lunes se acercaba peligrosamente. Atrás quedaron las risas. Atrás quedaron almas viajeras que partirían más tarde.

El Capitán decidió, de verdad que aún no se como, llevarme por el Puerto del Escudo. De nuevo las curvas anunciaban pendientes agresivas que el Capitán disfrutaba sin esfuerzo.

Y así... rato tras rato. Llegamos a Madrid.

Listos para el Lunes.

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