Durante la áspera jornada laboral de hoy mi mente ha comenzado a querer escribir y crear. Creo que la inspiración (o indignación) ha sido producida por el (mucho más aspero) día "político" de ayer.

Creo que todos convendreis conmigo en que la política, poco a poco, se ha ido convirtiendo en un "nicho" más del amarillismo que rodea hoy todos los medios de comunicación, aunque con especial vocación en rádio y televisión.

El día a día se ha ido tildando poco a poco de amarillo (tambien podíamos decir rosa) y en los tiempos que corren casi cualquier noticia lleva un leve tufillo amarillo.

La instauración de la Ruta del Tertuliano, ese profesional todoconocedor y todoopinador, ha hecho que la política haya incluso adelantado al deporte dentro del pantone de amarillos.

Creo que a pesar de los intentos que se han ido realizando el amarillismo del "crimen y delito" es el único que apenas ha triunfado. Hoy la política es el "number one", el gran best seller amarillo.

¿Que sería de las noches de los Sábado sin los desaires de los Tertulianos de Izquierdas contra los Tertulianos de Derechas?

Pero en realidad no quería hablar de esto.

El caso es que cuando mi mente me pedía escribir sobre lo de ayer... voy y me encuentro con esto:



Y supongo que un poco por mi estado, un poco por la sensación contradictoria que produce ver como alguien se carga una moto... olvidé todo lo que quería decir.

Se que el chaval culpable del destrozo no lo hizo aposta... pero quizás los "amarillistas" tampoco.