Todo lo que empieza tiene un final. La era Oimiakon finaliza así, con la alegria de dejarnos le mejor sabor de boca y prepararnos para una nueva era.

Dejamos de estar solos.

Y este es nuestro tributo a los Dioses de la Ruta, que durante más de 10 años nos han protegido y permitieron que llegaramos hasta aquí.

Nuestras Eras dejan ya paso a La Era de Vega...

El que casi seguro es nuestro último invierno tuvo la deferencia de regalarnos una gran nevada la noche del viernes.

Las primeras horas del alba fueron el momento ideal para que el roto rugir de Oimiakon rompiera el silencio que despertaba la mañana del sabado.

Y así creamos nuestro propio rumbo dejando un rastro sobre un manto blanco...

Tras varios intentos fallidos, Wilson por fin tiene el tiempo suficiente para viajar a Soria... sin pisar una autovia. A ritmo tranquilo e incluso a ratos descapotados Wilson nos hizo respirar la aventura en un camino que lo ha sido muchas veces para nosotros.

Calatañazor es una aldea en la que aún se respira la reconquista y el sabor de lo hecho lento. Sin prisas.

Paisajes sorprendentes acompañados de un frio espectacular que regamos y acompañamos sin miedo con caldos y carnes de la región.

Por dos veces, dos, intentamos llegar sin éxito a un destino, que la verdad nos habíamos propuesto sin demasiadas ganas de llegar.

Lo que nos apetecía era el hecho de viajar hasta allí. Y de hacerlo abordo del Wilson nos apetecía mucho más.

El tiempo que decoró el final del 2010 no ayudó mucho a la "operación". Sin embargo, un sorprendente y soleado día nos escapamos y conseguimos realizar parte del viaje.

El primer fin de semana de Enero que apareció sin nubes en el firmamento nos lanzamos a continuar la aventura...

Caminar por los "caminos de la infancia" es algo que todos debiamos hacer de vez en cuando.

En mi caso esos caminos fueron recorridos miles de veces sobre dos ruedas. Primero sin motor... luego rompiendo el silencio del monte.

Oimiakon me dió una vuelta por allí...  llevándome en realidad muy lejos.

Un fin de semana esperado. Tiempo de aventura. El tiempo pasa lento. El agua cae del cielo... y no para...

Finalmente nos animamos a despegar a Noël de su plaza y catapultarnos al otro lado de las montañas... donde todo es distinto... hasta el tiempo...

Los pueblos rojos, frontera de las tierras negras que visitamos no hace mucho con Wilson y Oimiakon nos dieron la bienvenida.

¿Por qué pasa el tiempo tan rápido?

El camino, cubierto de nieve, hielo y barro no hacia más que llamar a Oimiakon... que ese dia se quedó en casa.

Nunca podremos valorar lo suficiente el viaje que la nave Oimiakon nos regaló a este "lejano" y desconocido paraiso y a la vez tan cercano.

A pesar de haber recorrido las tierras portuguesas en innumerables ocasiones nunca nos hemos visto como conocedores del luso sabor más allá de lo que su populosa gastronomía nos había regalado.

Lo salvaje aún vive en Europa. O al menos cerca de ella.

Además... como semanas más tarde descubrimos no vinimos solos del viaje...